Rehabilitación (Roles Familiares) El hijo Perdido

El rol del “Hijo Perdido” es aquél que permanece fuera del radar, no se le detecta, invisible, cuidadosamente se encierra en su habitación y desaparece detrás de una ruma de botellas vacías o una nube de humo de marihuana. Para este tipo de rol es normal que el hijo se pierda, la tragedia es que nadie lo busque.

Que sucede cuando el “Hijo Perdido” se rehabilita y permanece sobrio? Para entender esto debemos averiguar que hizo que se pierda en primer lugar. El “Hijo Perdido” de alguna manera se convierte en el “esqueleto” escondido en el closet familiar. La desaparición del hijo/a sirve a la familia disfuncional para que los otros “esqueletos” escondidos en el closet no salgan a la luz. Pueden ser varios, como por ejemplo: adicciones no tratadas, maltrato psicológico, abuso, descuido y desinterés. La vergüenza familiar debe ser escondida, de esta manera el “Hijo Perdido” se convierte en una metáfora de la represión de los comportamientos disfuncionales familiares.

Cuando un “Hijo Perdido” permanece así, aprende que sus necesidades no importan, y la estrategia adaptativa de esconderse se convierte en un estilo de vida, y el dolor es anestesiado por agujas, botellas o humo, (así como una serie de relaciones codependientes).

La ambivalencia y el conflicto que siente este “Hijo Perdido” tienen que ver con las ventajas y desventajas de vivir en sobriedad en contraposición con el rol ya conocido de “Hijo Perdido”. Por un lado esta persona ha estado protegida (más bien escondida) del huracán que es la dinámica de una familia disfuncional. Él/ella no ha tenido que enfrentar ataques, vejaciones, maltrato, abuso o humillación. Volverse invisible es la mejor manera de defenderse.

Por otro lado él/ella vive expuesto a ser huésped de comportamientos autodestructivos: auto flagelación (cortarse, quemarse), desordenes alimenticios, promiscuidad, codependencia, adicciones entre otros. El “Hijo Perdido” quiere ser escuchado, tiene mucho que decir, necesita ser escuchado, pero se siente aterrado de ser escuchado. Ser escuchado significa perder las ventajas de ser invisible, exponerse a ser juzgados o abandonos por los miembros de la familia que quieren que permanezca callado.

El quid del asunto es que los miembros de la familia puedan ser de ayuda en el proceso de rehabilitación. Esta ayuda no puede ser una constante recriminación del pasado disfuncional, sino más bien se basa en la voluntad de ser reales y honestos. Enfrentar la disfuncionalidad, comunicarla y analizarla. Sin vergüenza ni culpa. Una clara visión objetiva de qué es lo que estuvo mal y como se puede corregir. La comunicaciôn es la base de este nuevo esquema. Muchos programas de rehabilitaciôn brindan apoyo a las familias disfuncionales, es decir una terapia familiar que debe estar presente para que la armonîa y la tranquilidad de la familia sea un objetivo comûn.

Ronny Schmatz Wolff

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