¿Cansado de esperar que tu pareja cambie?

Muchas veces esperamos, pedimos, y hasta reclamamos que nuestra pareja modifique ciertas actitudes que nos molestan o alteran.  Por ejemplo tu pareja puede ser muy sensible con respecto a su apariencia, la menor observación que hagas de algo que no te gusta de su vestimenta y lo toma como un ataque.

El origen de su actitud negativa en este caso no es que no te guste su apariencia, sino que es muy sensible y reacciona mal con respecto a este punto específico (podría ser cualquier otro). Ya dejó de ser una negociación, un intento de llegar a un acuerdo y se convirtió en una discusión en la cual cada uno quiere imponer su punto de vista.

Si bien puedes tratar de usar tus habilidades comunicativas y esperar el momento adecuado, la disposición de ánimo correcta y manifestar lo que sientes con respecto a cualquier actitud de parte de tu pareja que te moleste, te haga sentir mal o te cause dolor de alguna manera, puede ser que aun así, se resista a negociar y ceder. Se necesita que ambos estén dispuestos a negociar.

¿Qué hacer entonces? ¿Se te ha ocurrido que tu bienestar no debe depender que tu pareja cambie las actitudes que te molestan? ¿Puede ser que de alguna manera te has vuelto dependiente de la manera que te hace sentir tu pareja? ¿Puede ser que si aprueba o desaprueba tu proceder te sientes aprobado o desaprobado? Eso es darle demasiado poder a una persona.

¿Qué pasaría si cambiaras tu manera de reaccionar? ¿Si tomas total control sobre ti mismo? Esto no solo significa que tengas que aguantar las actitudes de tu pareja que te produzcan molestia, fastidio, incomodidad o hasta dolor. Significa que si tu pareja no está dispuesta a negociar: te retires de la negociación, es decir lo dejas ahí. No continúas. Regresas a tu estado de serenidad. Esto no es fácil y aunque no resuelve el conflicto por lo menos no te altera más. Tu lenguaje corporal y tu expresión deben ser relativamente indiferentes, aunque estés conteniéndote a duras penas,  y puedes soltar un comentario aparentemente inocuo como por ejemplo: “Si sientes curiosidad en saber que opino al respecto en algún momento que tu disposición sea buena, me buscas”.

Morderse la lengua y no contestar es algo que cuesta. También adoptar una actitud independiente. Pero, en definitiva si hay consecuencias para la parte que no negocia: no hay comunicación. Tarde o temprano se dará cuenta que ciertos temas importantes para la relación no son abordados por su pareja. Aquí viene la parte difícil: NO estoy hablando de evitar a tu pareja ni aplicarle “la ley del hielo”, al contrario debes ser lo más asequible y amable que existe, manteniendo tu independencia, es decir: que no altere tu serenidad. Que el acercamiento al dialogo y la negociación con tu pareja sea por atracción y no por imposición o reclamo.

Recuerda, se atraen más moscas con miel que con vinagre.

Ronny Schmatz Wolff

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