Tratamiento del alcoholismo

Los efectos agudos del alcohol sobre el sistema nervioso central dan lugar primero a un síndrome confusional, después a un síndrome cerebeloso y por último a un síndrome comatoso. Tras la ingestión de alcohol, entre los 15 minutos y la media hora se consiguen los mayores niveles de alcohol en sangre, con un descenso lento posterior que dura varias horas. El cuadro clínico va a depender, aparte de las diferencias individuales ligadas a la tolerancia, de los niveles de alcohol en sangre o alcoholemia.

En personas no alcohólicas, concentraciones de 25 mg/dl producen hiperexcitabilidad del córtex que se manifiesta por euforia, locuacidad, aumento de la sociabilidad, incoordinación y dificultades de atención y concentración. A concentraciones superiores a 100mg/dl, aparece disfunción vestibular con nistagmus, diplopía, disartria y ataxia así como por afectación del sistema nervioso autónomo, hipotensión e hipotermia.

Por encima de 250mg/dl aparece estupor, habla incoherente, vómitos y dificultades respiratorias.

A concentraciones de 400mg/dl, se entra en coma profundo, y con concentraciones superiores a 500mg/dl, muerte por paro respiratorio. En ocasiones, tras la ingestión de pequeñas cantidades de alcohol, aparece rápidamente una excitación extrema con conductas irracionales o violentas, que suelen durar de minutos a horas y que se siguen de un estado de somnolencia del cual el paciente se despierta sin recordar nada, constituyendo lo que se denomina intoxicación atípica o idiosincrásica.

Tras intoxicaciones agudas severas la persona puede no recordar absolutamente nada de lo ocurrido durante el episodio, a estas lagunas amnésicas se les denomina black outs.
En el contexto de consumo crónico de altas cantidades de alcohol, casi siempre ligado a la presencia de una dependencia alcohólica, se pueden dar cuadros depresivos, trastornos de ansiedad, disfunciones sexuales y trastornos del sueño, así como delirium con alteración del nivel de conciencia, ilusiones, alucinaciones y gran inquietud, y cuadros de deterioro psicoorgánico que pueden constituir auténticas demencias.

Tras el consumo crónico de alcohol y el desarrollo de tolerancia, la disminución brusca o la supresión absoluta del consumo va a originar un síndrome de abstinencia. Como síntomas precoces se producen un temblor distal que se acompaña de náuseas y vómitos, que van aumentando en intensidad y se siguen de insomnio, agitación, enrojecimiento facial, inyección conjuntival, sudoración, taquipnea, e hipertensión arterial. Aparecen entre las cuatro y las doce horas desde la última ingestión, alcanzan su mayor intensidad durante el segundo día y mejoran de forma marcada al cuarto o quinto día, aunque pueden llegar a durar dos semanas. En las 48 primeras horas de abstinencia, se pueden dar crisis comiciales de gran mal que en un alto porcentaje anteceden a un cuadro de delirium tremens.

El delirium tremens suele acontecer entre las 48 y 72 horas desde la última ingestión y se caracteriza por obnubilación, agitación, insomnio, temblor y alucinaciones visuales de animales pequeños o personas, auditivas con voces humanas de familiares, amigos o vecinos o táctiles y olfatorias, junto a signos de hiperactividad autonómica como midriasis, fiebre, taquicardia y sudoración profusa. Se resuelve en tres o cuatro días, de forma brusca en la mayoría de las ocasiones, aunque entre un 5-15% puede evolucionar lentamente y conducir a la muerte por alguna complicación implicada en su desencadenamiento, como una infección o un traumatismo. Además de los trastornos mentales, el consumo agudo de alcohol puede producir traumatismos, lesiones debido a agresiones, crisis de hipoglucemia, pancreatitis o hepatitis aguda y muerte por sobredosis.

El consumo crónico puede lesionar todos los tejidos y sistemas del organismo con el desarrollo de enfermedades crónicas e incremento de la mortalidad. El sistema nervioso, el sistema cardiovascular y el sistema digestivo son los más afectados, pero también son frecuentes las alteraciones en piel, sistema endocrino, sangre, músculo esquelético y sistema inmune, así como está demostrado su implicación en el aumento de riesgo de neoplasias de faringe, laringe, esófago, estómago, hígado, recto y mama. No menos importantes son las complicaciones sociales con problemas laborales, problemas familiares y problemas legales.

 

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