Sedantes hipnóticos o ansiolíticos
Se utilizan terapéuticamente de modo habitual y, dada su disponibilidad, son los fármacos elegidos más frecuentemente para los intentos de suicidio.
Un amplio grupo de consumidores correspondería a personas de edad media, preferentemente mujeres, a los que se prescribe el fármaco como tratamiento para la ansiedad, el insomnio u otros trastornos somáticos y que los utilizan en dosis inadecuadas o por un tiempo excesivamente prolongado.
Otro grupo serían jóvenes poli consumidores que los utilizan como sustitutivos de otras drogas, o bien asociados con ellas, lo que hace que sean desviadas al mercado ilegal (Ministerio de Sanidad y Consumo, 1986).
Su vía de administración es oral o inyectada. Dentro de este grupo, están los barbitúricos que se utilizan como hipnóticos, anticomiciales y en anestesia, el meprobamato y la metacualona que se utilizan como ansiolíticos, y las benzodiazepinas que se usan como ansiolíticos, hipnóticos, sedantes, anticonvulsivantes y miorelajantes.
Las benzodiacepinas son las más utilizadas.
La intoxicación media o moderada es similar a una borrachera, con disminución de la actividad mental, especialmente deterioro de la memoria que, con frecuencia, se presenta como una amnesia anterógrada parecida a los blackouts de los alcohólicos y trastornos emocionales con labilidad afectiva, irritabilidad, desinhibición de impulsos y hostilidad. Neurológicamente, es común la presencia de nistagmus, diplopía, dificultad de acomodación visual, disartria, vértigo, temblor, incoordinación motora con riesgo de caídas y accidentes sobre todo en las personas de edad, disimetría, marcha inestable, hipotonía e hiporreflexia.
En la intoxicación grave a los síntomas anteriores se añade estupor y en los casos más graves coma. Tomados solos, tienen un amplio margen de seguridad, pero asociados al alcohol se potencian sus efectos depresores y sedantes, y se favorece la aparición de coma, depresión respiratoria y riesgo de muerte.
El consumo crónico se asocia a somnolencia, tendencia a las caídas, ataxia, disartria, vértigo, trastornos sexuales, trastornos amnésicos y demencia persistentes, trastornos sicóticos y depresiones graves con riesgo de suicidio.
El consumo continuado da lugar a tolerancia, que en los barbitúricos aparece tras cortos periodos de consumo y en las benzodiacepinas de una forma más lenta.
Existe tolerancia cruzada entre todos ellos y el alcohol; pero no con los opiáceos.
La aparición de la abstinencia depende del tipo de sustancia.
Así, con los barbitúricos de acción corta aparece entre las 12-16 horas desde la última administración, mientras que con las benzodiazepinas depende de la vida media: las que tienen efectos durante diez horas o menos (loracepan, oxacepan, temacepan) producen síndromes de abstinencia a las 6 u 8 horas de disminuir o dejar el consumo, con un pico máximo a los dos días y mejorando al cuarto o quinto día; mientras que aquellas con vida media más prolongada (diazepan), los síntomas no aparecen hasta pasada una semana, alcanzando el máximo durante la segunda semana y disminuye y se resuelve en la tercera semana.
El cuadro se instaura de forma paulatina con debilidad, inquietud, agitación, ansiedad, anorexia, náuseas, vómitos, sudoración y temblor. Se puede acompañar de hiperactividad autonómica, con taquicardia, hipotensión ortostática, calambres abdominales, hiperreflexia y temblor grosero. En el 20-30% de los casos, pueden aparecer crisis comiciales aisladas o en forma de estado epiléptico, que en la mitad derivan hacia un cuadro de delirium similar al delirium tremens del alcohol, con desorientación espacio-temporal, alucinaciones auditivas y visuales, agitación, fiebre e hiperactividad neurovegetativa.
Ocasionalmente, el síndrome de abstinencia se puede acompañar de un síndrome amnésico.
Puede haber síntomas a largo plazo de mucha intensidad y que persisten durante meses, como ansiedad, depresión y trastornos del sueño, que van a requerir un tratamiento específico.
El uso prolongado de estas sustancias se va acompañar también de complicaciones somáticas.
En las benzodiacepinas se ha descrito labio leporino como efecto teratogénico, coloestasis intrahepática, irregularidades menstruales, dificultades en la micción, reacciones de anemia aplásica con disminución de las tres series : hematíes, plaquetas y glóbulos blancos.
Los barbitúricos también producen teratogeneidad, alteraciones en aparato respiratorio, cardiovascular, gastrointestinal y sistema inmunológico.