Tratamiento de Alucinógenos
Los efectos del consumo de alucinógenos son perceptibles a los 30-40 minutos de su ingestión, son máximos entre una y tres horas y mínimas transcurridas seis horas, aunque los efectos psíquicos pueden persistir durante ocho y doce horas.
Los efectos somáticos son simpático miméticos con taquicardia, hipertensión y dilatación pupilar.
Los efectos psíquicos son variables, pero destacan los sentimientos de despersonalización, desrealización y pérdida de la imagen corporal, distorsiones de la percepción con los colores más brillantes, los objetos fijos parecen moverse y pueden cambiar de forma y de color.
Las experiencias asociadas a una modalidad sensorial se trasladan a otra de forma, en que los colores pueden olerse o los sonidos se convierten en imágenes, a este fenómeno se denomina sinestesia.
Aparecen grandes cambios emocionales con cambios bruscos del humor, pasando de la euforia a la angustia o el terror, que pueden constituir auténticos trastornos de ansiedad y del estado de ánimo.
Generalmente el sujeto no pierde la conciencia de realidad y sabe que todos estos fenómenos están siendo producidos por la droga.
Una exacerbación de los síntomas antes descritos constituye el "mal viaje" que se presenta, generalmente, con dosis altas y que se manifiesta por cuadros con gran confusión mental y oscilaciones del nivel de conciencia, alucinaciones intensas, gran angustia y riesgo de suicidio o de conductas violentas que pueden durar más de dos días.
Un fenómeno muy típico es la recurrencia espontánea de las experiencias vividas bajo los efectos de estas drogas pero en ausencia de las mismas, lo que se denomina flash-backs. También pueden aparecen trastornos persistentes, tras una única dosis o tras el uso repetido, más allá de los efectos de la sustancia y que se pueden manifestar por alucinaciones persistentes o cuadros sicóticos que suelen aparecer en personas predispuestas o con estos trastornos psiquiátricos previos al consumo, así como síndromes amotivacionales.
Aunque existe tolerancia, que se crea con mucha rapidez, no existe síndrome de abstinencia. El consumo crónico, también puede asociarse a retinopatía, isquemias por vasoconstricción y fibrosis retroperitoneal.